Cierras los ojos, imaginas que vas caminando por tu casa,
¿verdad que sabes donde está cada cosa?, las habitaciones, los muebles, los
cuadros en la pared, el espejo...quizás no como para ir corriendo, pero si para
caminar a tientas, como si acabara de suceder un apagón general, al fin y al
cabo tu casa la has visto cientos y miles de veces. Esto es lo que les
acostumbro a decir a mis alumnos cuando se quedan boquiabiertos tras haberme
visto jugar a ciegas. Llevo jugando al ajedrez desde los 11 años, el tablero es
como mi casa, o como las calles principales de mi ciudad, no es nada especial
ya que esto lo pueden hacer muchos ajedrecistas, pero la verdad es que me
encanta esa sensación de asombro que sienten los peques, parece que uno
estuviera haciendo "magia". ¿Y cuando fue la primera vez que jugué a
ciegas?, con exactitud no lo recuerdo pero seguro que es algo común en la
mayoría de los ajedrecistas, tras alguna incómoda derrota o una oportunidad
perdida en algún torneo...a quién no le ha pasado que tras situaciones
similares no es fácil conciliar el sueño, es entonces cuando casi sin querer
nuestra mente recorre las 64 casillas buscando alguna respuesta que se nos
escapó en la partida.
Recuerdo que con 14 años ya quise emular a los grandes
del pasado, Pillsbury, Reti, Alekhine y Najdorf entre otros, con una humilde
simultánea a ciegas a 5 tableros...¡con mis computadoras de ajedrez!, sólo
disponía de un sencillo peón para marcar los movimientos y me ayudaba haciendo
las anotaciones de las jugadas. ¿Por qué tanta computadora? se pueden preguntar
algún lector, pues bien en esos años en La Palma desgraciadamente se había
dejado de jugar al ajedrez en el único club que teníamos (años 1989-1990-1991)
y mis ganas de progresar tenían que discurrir por el mundo de las máquinas de
silicio. El desarrollo de la informática y el ajedrez vendría precisamente en
esa década.
Pero por otro lado, no debemos engañarnos, el ajedrez a la
ciegas no es sinónimo de progreso del jugador. Por desarrollar esta facultad no
tienes mejor sentido posicional, o eres el mejor táctico del mundo, pero yo si
le veo utilidad como una herramienta más de entrenamiento, que entre otras
cosas sirve para romper la monotonía y mejorar la capacidad de concentración
del jugador. A lo largo de los años que he dado clase de ajedrez en La Palma, he
utilizado el ajedrez a la ciega en momentos determinados con las distintas
generaciones y los resultados siempre han sido positivos y sobre todo muy
divertidos. Otra idea es el mundo de los record a la ciega, del que hablaré en
otra ocasión. En este sentido, las hazañas de los grandes jugadores que cité
antes producen una gran admiración, pues hacer una simultánea a la ciega con
tantos jugadores implica una memoria y un esfuerzo encomiable. Sin embargo, su
utilidad de cara al progreso en el juego no es en absoluto perceptible e incluso para muchos es
desaconsejable.
Simultánea a la ciega de Alexander Alekhine
Os quiero contar una anécdota personal que acaeció en
el año 2005, en el Torneo-Festival de ajedrez de Breña Baja en La Palma.
Semanas antes había logrado el Campeonato de Canarias y creo mi cabeza estaba
aún celebrándolo porque en este otro torneo estaba jugando mucho peor que en el
citado campeonato. En cualquier caso, no hay excusas, ese día debía jugar con un jugador de la
Once, con más de 2100 elo, Roberto Enjuto, con una invidencia absoluta (ya que hay
distintos grados de discapacidades). Uno de los recuerdos que tengo es su
precioso perro guía, un labrador blanco muy parecido a mi querido
"Socio". Se debe tener en cuenta, que en la partidas entre un jugador
invidente y otro que no lo es, se utilizan dos tableros, uno adaptado a las
condiciones del invidente (en el que puede tocar y comprobar la colocación de
las piezas...y no vale decir ¡pieza tocada pieza movida!) y otro para su rival.
Las jugadas deben ser recitadas en alto antes de pulsar el reloj y ambos
jugadores deben realizar los movimientos de su rival en su tablero, para que no
le pase como a un jugador canario en Benasque (no desvelo identidad) que creía tener una gran posición
contra un jugador de La Once, pero claro.. ¡Se le había olvidado realizar en su
tablero los movimientos de su rival!.
Roberto Enjuto Velasco
Bueno, hablando ya del combate ajedrecístico, la partida
discurrió por cauces tranquilos y llegando al final conseguí algo de ventaja que se transformó en
una calidad a cambio de peón. Cuando observé que mi rival había
"aflojado" y que estaba apremiado por el tiempo pensé "Esto es
pan comido" ahora ganaré fácil y es probable que mi rival pierda por
tiempo....¡Vaya error psicológico elemental y vaya lección recibí!. La partida
fue tablas, jugué mal el final y el que acabó apurado de tiempo fui yo, que
hube de realizar muchas jugadas con el incremento del +30, mientras mi rival
acumulaba tiempo y llegaba a tener más de 8 minutos. Me centré en ponerle
trampas a mi rival y no en buscar un plan general, eso y un error importante
hicieron que no hubiese progreso, cada trampa que tendía era contestada con
buenas y rápidas jugadas. Cuando se lo comento a mis alumnos les digo bromeando
"me dieron ganas de decirle a mi rival, por poner un ejemplo, en vez de
Torre f4, Torre eschf 4" a ver si se confundía y le robaba unos segundos,
je, je,...bromas aparte no me quedó otra que felicitar al señor Enjuto por lo bien
que había jugado en los apuros de tiempo, pues llegué a pensar que el ciego era
yo. Posteriormente, el ajedrecista grancanario Juan Carlos Ángel, me comentó
que Roberto Enjuto jugaba francamente bien, con un nivel superior incluso al que
marcaba su elo.
Por desgracia la partida está incompleta, ya que los
árbitros no pudieron transcribirla bien, quizás no entendieron mi
"arameo" en la parte final de la partida ( ¡ojo! que los hay que sólo
ponen rayas y no les dicen nada) y tampoco se pusieron a transcribir el braille
de mi rival como es lógico. La planilla la he buscado, pero muy mal por mi parte
pues no la encontré donde suelo guardarlas. Es por eso que quiero mis
alumnos pasen las partidas a chessbase
enseguida...espero no lean este artículo, je, je.
Los maestros internacionales canarios, Brito y Lezcano, en una reciente partida a ciegas
Ahora quisiera recordar un pasaje muy famoso de la
vida del mismísimo Anatoly Karpov, que viene a colación sobre el pensamiento
del ajedrecista y el practicar ajedrez a la ciega sin pretenderlo. Cuentan que
la madre de "Tolya" estaba preocupada por la actitud de su hijo, pues
pasaba muchas horas frente al tablero descuidando otras facetas muy importantes
de sus primeros años de vida. En base a ello, tomó una decisión drástica y le
escondió el tablero de ajedrez...sin embargo de poco le sirvió puesto que nuestro
campeón repasaba sus partidas mirando hacia el techo de su habitación,
dibujando un tablero imaginario. Ante eso que se podía hacer, pensó su madre,
así que el tablero volvió a las manos de Anatoly Karpov.
LA CIUDAD DEL AJEDREZ....SÓLO EXISTE EN LA MENTE DEL AJEDRECISTA
Por último una partida de exhibición a la ciega entre Alekhine y Saemisch en 1923, no se pierdan la exactitud en el cálculo del primero.
Cierras los ojos, imaginas que vas caminando por tu casa, ¿verdad que sabes donde está cada cosa?, las habitaciones, los muebles, los cuadros en la pared, el espejo...quizás no como para ir corriendo, pero si para caminar a tientas, como si acabara de suceder un apagón general, al fin y al cabo tu casa la has visto cientos y miles de veces. Esto es lo que les acostumbro a decir a mis alumnos cuando se quedan boquiabiertos tras haberme visto jugar a ciegas. Llevo jugando al ajedrez desde los 11 años, el tablero es como mi casa, o como las calles principales de mi ciudad, no es nada especial ya que esto lo pueden hacer muchos ajedrecistas, pero la verdad es que me encanta esa sensación de asombro que sienten los peques, parece que uno estuviera haciendo "magia". ¿Y cuando fue la primera vez que jugué a ciegas?, con exactitud no lo recuerdo pero seguro que es algo común en la mayoría de los ajedrecistas, tras alguna incómoda derrota o una oportunidad perdida en algún torneo...a quién no le ha pasado que tras situaciones similares no es fácil conciliar el sueño, es entonces cuando casi sin querer nuestra mente recorre las 64 casillas buscando alguna respuesta que se nos escapó en la partida.
Recuerdo que con 14 años ya quise emular a los grandes del pasado, Pillsbury, Reti, Alekhine y Najdorf entre otros, con una humilde simultánea a ciegas a 5 tableros...¡con mis computadoras de ajedrez!, sólo disponía de un sencillo peón para marcar los movimientos y me ayudaba haciendo las anotaciones de las jugadas. ¿Por qué tanta computadora? se pueden preguntar algún lector, pues bien en esos años en La Palma desgraciadamente se había dejado de jugar al ajedrez en el único club que teníamos (años 1989-1990-1991) y mis ganas de progresar tenían que discurrir por el mundo de las máquinas de silicio. El desarrollo de la informática y el ajedrez vendría precisamente en esa década.
Pero por otro lado, no debemos engañarnos, el ajedrez a la ciegas no es sinónimo de progreso del jugador. Por desarrollar esta facultad no tienes mejor sentido posicional, o eres el mejor táctico del mundo, pero yo si le veo utilidad como una herramienta más de entrenamiento, que entre otras cosas sirve para romper la monotonía y mejorar la capacidad de concentración del jugador. A lo largo de los años que he dado clase de ajedrez en La Palma, he utilizado el ajedrez a la ciega en momentos determinados con las distintas generaciones y los resultados siempre han sido positivos y sobre todo muy divertidos. Otra idea es el mundo de los record a la ciega, del que hablaré en otra ocasión. En este sentido, las hazañas de los grandes jugadores que cité antes producen una gran admiración, pues hacer una simultánea a la ciega con tantos jugadores implica una memoria y un esfuerzo encomiable. Sin embargo, su utilidad de cara al progreso en el juego no es en absoluto perceptible e incluso para muchos es desaconsejable.
Simultánea a la ciega de Alexander Alekhine
Os quiero contar una anécdota personal que acaeció en el año 2005, en el Torneo-Festival de ajedrez de Breña Baja en La Palma. Semanas antes había logrado el Campeonato de Canarias y creo mi cabeza estaba aún celebrándolo porque en este otro torneo estaba jugando mucho peor que en el citado campeonato. En cualquier caso, no hay excusas, ese día debía jugar con un jugador de la Once, con más de 2100 elo, Roberto Enjuto, con una invidencia absoluta (ya que hay distintos grados de discapacidades). Uno de los recuerdos que tengo es su precioso perro guía, un labrador blanco muy parecido a mi querido "Socio". Se debe tener en cuenta, que en la partidas entre un jugador invidente y otro que no lo es, se utilizan dos tableros, uno adaptado a las condiciones del invidente (en el que puede tocar y comprobar la colocación de las piezas...y no vale decir ¡pieza tocada pieza movida!) y otro para su rival. Las jugadas deben ser recitadas en alto antes de pulsar el reloj y ambos jugadores deben realizar los movimientos de su rival en su tablero, para que no le pase como a un jugador canario en Benasque (no desvelo identidad) que creía tener una gran posición contra un jugador de La Once, pero claro.. ¡Se le había olvidado realizar en su tablero los movimientos de su rival!.
Roberto Enjuto Velasco
Los maestros internacionales canarios, Brito y Lezcano, en una reciente partida a ciegas
Ahora quisiera recordar un pasaje muy famoso de la vida del mismísimo Anatoly Karpov, que viene a colación sobre el pensamiento del ajedrecista y el practicar ajedrez a la ciega sin pretenderlo. Cuentan que la madre de "Tolya" estaba preocupada por la actitud de su hijo, pues pasaba muchas horas frente al tablero descuidando otras facetas muy importantes de sus primeros años de vida. En base a ello, tomó una decisión drástica y le escondió el tablero de ajedrez...sin embargo de poco le sirvió puesto que nuestro campeón repasaba sus partidas mirando hacia el techo de su habitación, dibujando un tablero imaginario. Ante eso que se podía hacer, pensó su madre, así que el tablero volvió a las manos de Anatoly Karpov.
LA CIUDAD DEL AJEDREZ....SÓLO EXISTE EN LA MENTE DEL AJEDRECISTA
Por último una partida de exhibición a la ciega entre Alekhine y Saemisch en 1923, no se pierdan la exactitud en el cálculo del primero.
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