Este
ejemplo puede venir a colación de un estudio realizado el pasado año por
estudiantes de fin de Grado de Psicología de la Universidad de La Laguna. Entre
ellos se encontraba la palmera Lucía Rodríguez Fernández, quien actualmente
posee el Grado en Psicología. En él se evaluaron las capacidades de alumnos que
llevaban practicando ajedrez durante dos años con respecto a otro grupo de
alumnos que no practicaban el juego-ciencia. Para ello se realizaron
cuestionarios específicos a más de 200 niños de distintos colegios de las islas
de Tenerife y La Palma. Los estudios mostraron estadísticamente como las notas
académicas en matemáticas y lengua fueron superiores en el grupo del ajedrez,
además se encontraron la existencia de una actitud más favorable hacia el
trabajo así como una mejor aplicación en los aprendizajes. Por otro lado, los
alumnos que practicaban ajedrez mostraban una mayor satisfacción personal y
presentaban una menor tendencia a no afrontar la realidad.
Estos
estudios, se suman a los numerosos realizados en distintas zonas y países del
mundo y hasta ahora todos han presentado buenos resultados en la práctica del
ajedrez en edad escolar. Se llevan haciendo desde el año 1925 y todos apuntan a
lo beneficioso que sería implantar el ajedrez en horario lectivo.
La
duda para algunos académicos reside en si el ajedrez resulta atractivo para los
niños con mayores capacidades, o si es que una vez que se practica el juego,
éste desarrolla sus capacidades en matemáticas, lengua, resolución de problemas, la actitud
favorable hacia el trabajo, etcétera, como ya hemos citado anteriormente. En mi
opinión, suceden ambos casos, ya que haciendo más atractiva la actividad para
aquellos niños a quiénes inicialmente no muestran interés por el ajedrez, los
docentes hemos llegado a comprobar como mejoran su concentración y las
cualidades antes citadas con la práctica cotidiana del juego-ciencia. Si bien,
hemos de reconocer que el juego atrae más a aquellos jóvenes que muestran inicialmente una actitud favorable al
pensamiento lógico y matemático.
La
experiencia en los 14 años que llevo dando clases de ajedrez a alumnos de La
Palma, sumada a la experiencia también desde mi época de estudiante con
compañeros que practicaban también el ajedrez, es que la mayor parte de ellos
han sido buenos estudiantes en su formación académica, siendo en cualquier caso
muy competentes en los oficios que actualmente desempeñan. Para muchas de estas
personas el ajedrez ya quedó en un segundo plano, y en algunos casos hasta
dejaron su práctica hace mucho tiempo, pero formó parte de su aprendizaje y de
su carácter autosuficiente.
Tras
lo expuesto anteriormente no me gustaría que se me interpretara mostrando
interesadamente al ajedrez como la única solución para combatir los malos datos
académicos de cualquier alumno, o aquellos datos que muestran los informes PISA sobre el nivel
de la educación en nuestro país comparándolos con otros países europeos. Resulta
obvio que existen numerosos ámbitos del desarrollo humano en los cuales se han
formado desde su juventud grandes profesionales y estos no son el ajedrez.
Hablo de la música, el teatro, la lectura, los juegos de inteligencia y el deporte en general. Sin embargo, si
pretendo constatar que el milenario juego del ajedrez, el cual ha sido modelado a través de la propia
Historia de la Humanidad, reúne en esencia unas cualidades que pueden potenciar
el desarrollo del intelecto de los seres humanos en edades tempranas y por
supuesto también constituirse en una buena gimnasia mental en cualquier momento
de la vida.
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